Se siente, se huele, faltan días apenas para que largue arteBA 08. No es exagerado decir que la feria es la institución que más consenso positivo despierta en nuestro mundo del arte; en arteBA nos damos cita una vez al año y allí se concentran altas expectativas.
La feria es el mercado en el más tradicional de los sentidos, el lugar de encuentro, de intercambio y de definición de tendencias. Es el momento en el cual la concentración hace realmente la fuerza, al menos en términos de cobertura de medios de comunicación, convocatoria de público y crítica.
Hay tres espacios formales de comercialización de obras de arte: galerías, ferias y subastas. Las ferias son extraordinarias fiestas de la globalización. Se socializa, se conocen pares. Es el lugar en donde las galerías se miden entre sí, se evalúan y comienzan a fantasear potenciales alianzas estratégicas. A diferencia de lo que podría pasar con otro tipo de industria, las ferias de arte no están organizadas por los feriantes, sino por empresas, gobiernos o fundaciones. A veces, es difícil conciliar con objetivos de mercado el énfasis que ponen estos organizadores en las actividades no comerciales que vuelven atractivas las ferias para un público más masivo que el coleccionista. Estas son algunas de las cuestiones que generan disenso: ¿Son las ferias el lugar para el desarrollo de coloquios? ¿Pueden o deben las ferias cubrir ciertos baches culturales que determina la falta de interés político? ¿El mercado distorsiona políticamente esta oferta "intelectual"? ¿Son las ferias el lugar para la realización de performances no comercializables? ¿La función "cultural" de las ferias confunde al público respecto de la primordial necesidad de vender que tenemos las galerías partícipes, en principio para salvar los tremendos costos que una feria implica?
Es difícil responder estas preguntas de manera unívoca. Sin duda, la visita de curadores y coleccionistas internacionales no hubiera influido en nuestro escenario si no hubiera mediado arteBA. Este estrecho contacto, esta intimidad que proponen los pocos días de una feria de arte, en este caso los cinco días de arteBA, este roce hiperestimulado de oferentes y demandantes, desencadena un fenómeno de multiplicación de las transacciones. Por eso celebro expectante la embriaguez vertiginosa de los cinco días que se vienen, en este mosaico vibrante que compartimos.
La feria es el mercado en el más tradicional de los sentidos, el lugar de encuentro, de intercambio y de definición de tendencias. Es el momento en el cual la concentración hace realmente la fuerza, al menos en términos de cobertura de medios de comunicación, convocatoria de público y crítica.
Hay tres espacios formales de comercialización de obras de arte: galerías, ferias y subastas. Las ferias son extraordinarias fiestas de la globalización. Se socializa, se conocen pares. Es el lugar en donde las galerías se miden entre sí, se evalúan y comienzan a fantasear potenciales alianzas estratégicas. A diferencia de lo que podría pasar con otro tipo de industria, las ferias de arte no están organizadas por los feriantes, sino por empresas, gobiernos o fundaciones. A veces, es difícil conciliar con objetivos de mercado el énfasis que ponen estos organizadores en las actividades no comerciales que vuelven atractivas las ferias para un público más masivo que el coleccionista. Estas son algunas de las cuestiones que generan disenso: ¿Son las ferias el lugar para el desarrollo de coloquios? ¿Pueden o deben las ferias cubrir ciertos baches culturales que determina la falta de interés político? ¿El mercado distorsiona políticamente esta oferta "intelectual"? ¿Son las ferias el lugar para la realización de performances no comercializables? ¿La función "cultural" de las ferias confunde al público respecto de la primordial necesidad de vender que tenemos las galerías partícipes, en principio para salvar los tremendos costos que una feria implica?
Es difícil responder estas preguntas de manera unívoca. Sin duda, la visita de curadores y coleccionistas internacionales no hubiera influido en nuestro escenario si no hubiera mediado arteBA. Este estrecho contacto, esta intimidad que proponen los pocos días de una feria de arte, en este caso los cinco días de arteBA, este roce hiperestimulado de oferentes y demandantes, desencadena un fenómeno de multiplicación de las transacciones. Por eso celebro expectante la embriaguez vertiginosa de los cinco días que se vienen, en este mosaico vibrante que compartimos.
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