"Che, no será mucho tanto festejo ", pregunta un periodista deslumbrado ante el temblor del Cilindro. "Andate a la puta que te parió, flaco, vos sabés lo que es irse a la B , le explica didácticamente un hincha con los ojos rojos como dos morrones. Avellaneda se mueve al ritmo de Racing, explota, se quema, es feliz, porque había algo ahí en el pecho que pinchaba demasiado, porque la pelota no entró ante San Lorenzo, porque con Colón se merecía mejor suerte, porque Pochi Chávez la bajó con la mano en la Bombonera y siga siga, porque De Tomaso prometió ingresar a las copas ( A las Copas ), porque Central lo da vuelta sobre la hora, porque el clásico se vivió como vaca en un camión jaula, porque nadie sabe qué va a pasar en el futuro, porque Racing es Racing, es dos canchas llenas en un mismo día, porque Racing es un cola de 500 metros y a matarse por una entrada, porque Racing es su gente, la pura irracionalidad de uno de los tantos genes argentinos. Fue demasiado el festejo Quién sabe...
Lo que sí se sabe es que fue un domingo de final de campeonato. Así lo vivió la gente de la Acadé: había en juego algo tan, o más, importante que un título. El bar del Pasaje Corbatta es bastante pedagógico: Menú del día: Amor por Racing, Una verdadera hinchada, Pasión por la camiseta, Si cumplís estos requisitos, pasá: hay mesas . Desde esta lógica es posible entender un poco por qué Pezzotta agarra la pelota, levanta los brazos, y todos lloran, grandes, chicos, mujeres, puro llanto, se abrazan, putean, patean el aire. Con décadas en el lomo, en un rincón del estadio, un señor mira el piso bañado en lágrimas. Todos lo tocan. Héctor Rocaforte llegó desde Chivilcoy. Tiene 57 años. Y explica: Mirá, el otro día me preguntaron por qué venía a sufrir. Sabés por qué Porque si un amigo está mal, en coma cuatro, vos tenés que estar con él al lado de la cama, le tenés que hablar, le tenés que agarrar la mano. Porque si él se levanta y vos no estuviste ahí para apoyarlo, cómo lo mirarías a la cara Lo mismo pasó con Racing, que es mucho más que un amigo .
Después del llanto, el relax. Una paz inmensa, abrumadora, inexplicable.
Lo que sí se sabe es que fue un domingo de final de campeonato. Así lo vivió la gente de la Acadé: había en juego algo tan, o más, importante que un título. El bar del Pasaje Corbatta es bastante pedagógico: Menú del día: Amor por Racing, Una verdadera hinchada, Pasión por la camiseta, Si cumplís estos requisitos, pasá: hay mesas . Desde esta lógica es posible entender un poco por qué Pezzotta agarra la pelota, levanta los brazos, y todos lloran, grandes, chicos, mujeres, puro llanto, se abrazan, putean, patean el aire. Con décadas en el lomo, en un rincón del estadio, un señor mira el piso bañado en lágrimas. Todos lo tocan. Héctor Rocaforte llegó desde Chivilcoy. Tiene 57 años. Y explica: Mirá, el otro día me preguntaron por qué venía a sufrir. Sabés por qué Porque si un amigo está mal, en coma cuatro, vos tenés que estar con él al lado de la cama, le tenés que hablar, le tenés que agarrar la mano. Porque si él se levanta y vos no estuviste ahí para apoyarlo, cómo lo mirarías a la cara Lo mismo pasó con Racing, que es mucho más que un amigo .
Después del llanto, el relax. Una paz inmensa, abrumadora, inexplicable.
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