Es el relato épico más importante de la Edad Media, que fue escrito tres siglos después de que sucedieran los acontecimientos que narra. Aunque en Europa existen varias versiones de este poema, la más antigua es la conocida como "Manuscrito de Oxford", por encontrarse en esta ciudad inglesa. El poema está constituido por más de 4.000 versos, organizados en 291 tiradas. El "Cantar de Roland" nombra 15 veces a Roncesvalles y en él se mantiene que fueron musulmanes y no vascones los que ganaron la batalla e hirieron el orgullo de Carlomagno. Roldán es el auténtico protagonista de esta narración que sitúa la acción en España donde el emperador Carlomagno trataba de conquistar la plaza de Zaragoza, único enclave que estaba bajo control del rey musulmán Marsile. Éste prometió a Carlomagno que se convertiría al cristianismo, a condición de que regresara con sus ejércitos a Francia. Roland aconsejó rechazar la oferta, mientras Ganelón recomendó aceptarla y enviar de inmediato un barón a Zaragoza. Finalmente Carlomagno decidió, bajo el consejo de Roland, enviar a Ganelón, que prometió vengarse del que le había propuesto para llevar a cabo esa misión. Cuando Ganelón llegó a su destino, empezó a tramar su venganza. Convenció a Marsile para acabar con la vida de su enemigo común, el valiente Roland, y para ello le propuso atacar la retaguardia de Carlomagno en los angostos pasos del Pirineo navarro. Para que su engaño llegara a buen puerto, Ganelón regresó ante Carlomagno con las llaves de Zaragoza y la promesa de Marsile de convertirse al cristianismo. Entonces, las tropas del emperador emprendieron la marcha hacia Francia, mientras más de 400.000 paganos empezaron a desplegarse. Ganelón propuso a Roland para que fuera el encargado de dirigir la retaguardia; le acompañaron Olivier, el arzobispo Turpin y otros caballeros. Su primera decisión fue enviar a su vasallo Gautier de l´Hum a inspeccionar los desfiladeros y alturas para evitar ataques por sorpresa en una zona donde resultaría más que difícil defenderse con éxito. Carlomagno y su ejército atravesaron sin problemas los Pirineos, mientras todavía permanecían en tierras españolas Roland y los Doces Pares.
Las tropas sarracenas, que estaban a punto de alcanzar la retaguardia franca, tenían un único objetivo: acabar con Roland y conseguir una victoria aplastante. Roland y Olivier detectaron el avance de las tropas paganas. Entonces, el protagonista de este relato épico se negó a pedir ayuda a Carlomagno y decidió enfrentarse con los efectivos disponibles a las hordas sarracenas. El arzobispo Turpin bendijo la tropa momentos antes de comenzar el enfrentamiento. El primer duelo concluyó con la victoria de los francos, heroicamente comandados por Roland. Sin embargo, la lucha continuó y, aunque los franceses no se retiraron, fueron conscientes de que el final estaba cerca cuando vieron aparecer al rey Marsile con su gran ejercito. Todos y cada uno de los Pares fueron cayendo y, ante semejante desastre, Roland decidió tocar el cuerno para pedir ayuda a Carlomagno y su ejercito. Carlos lo escuchó cuando estaba pasando los puertos. Aunque Ganelón intentó retenerlo, el emperador se lanzó en tromba contra los enemigos. El traidor fue detenido y montado en una bestia de tiro.
Antiguo manuscrito A esas alturas, Roland estaba gravemente herido, pero por ello no desistió de luchar contra el enemigo, mientras rezaba por las almas de los cristianos que habían perdido la vida en la contienda. Marsile abandonó el combate, pero el Califa resistió en compañía de 50.000 hombres. Olivier fue herido mortalmente, al igual que el resto de los franceses. Sólo habían sobrevivido Turpin y Gautier de l´Hum que, poco después, cedieron a los envites enemigos. Roland hizo sonar una vez más su olifante para conocer si Carlomagno vendría finalmente en su ayuda. El emperador le respondió entonces con la ayuda de 60.000 clarines que resonaron entre las montañas. Roland vivía sus peores momentos, su caballo había muerto y su armadura estaba rasgada, pero ello no le impedía recorrer el campo de batalla y recuperar los cuerpos de sus compañeros para que el arzobispo les diera la última bendición.
Espada de Roland El héroe que sentía próxima su muerte se dirigió hacia España. En lo alto de un cerro, bajo dos hermosos árboles había cuatro bloques tallados en mármol. En ese mismo punto, el caballero franco se desplomó. Un sarraceno intentó robarle la espada, pero Roland se resistió e intentó destruirla golpeándola contra una roca. Poco después, se cobijó bajo un pino y, con su cuerno y la espada Durandal como testigos, confesó ante Dios sus pecados. Entonces, San Miguel y San Gabriel descendieron para llevar su alma al Paraíso.
Monumento a Roldan en el Puerto de Ibañeta Cuando Carlomagno llegó a la zona buscó desesperado los cuerpos de sus hombres,mientras los paganos huían en retirada. Los cadáveres de los combatientes francos se almacenaron en una fosa, a excepción de Roland, Olivier y Turpin que recibieron honores especiales. Sus restos fueron embalsados y transportados en carretas hacia Francia. En el trayecto, dos emisarios sarracenos interrumpieron el cortejo fúnebre desafiando a Carlos en nombre del emir Baligán, que había llegado a España con más refuerzos paganos. En la altiplanicie de Roncesvalles tuvo lugar la última gran contienda, que puso en manos del emperador la plaza de Zaragoza. El traidor Ganelón murió descuartizado.
Las tropas sarracenas, que estaban a punto de alcanzar la retaguardia franca, tenían un único objetivo: acabar con Roland y conseguir una victoria aplastante. Roland y Olivier detectaron el avance de las tropas paganas. Entonces, el protagonista de este relato épico se negó a pedir ayuda a Carlomagno y decidió enfrentarse con los efectivos disponibles a las hordas sarracenas. El arzobispo Turpin bendijo la tropa momentos antes de comenzar el enfrentamiento. El primer duelo concluyó con la victoria de los francos, heroicamente comandados por Roland. Sin embargo, la lucha continuó y, aunque los franceses no se retiraron, fueron conscientes de que el final estaba cerca cuando vieron aparecer al rey Marsile con su gran ejercito. Todos y cada uno de los Pares fueron cayendo y, ante semejante desastre, Roland decidió tocar el cuerno para pedir ayuda a Carlomagno y su ejercito. Carlos lo escuchó cuando estaba pasando los puertos. Aunque Ganelón intentó retenerlo, el emperador se lanzó en tromba contra los enemigos. El traidor fue detenido y montado en una bestia de tiro.
Antiguo manuscrito A esas alturas, Roland estaba gravemente herido, pero por ello no desistió de luchar contra el enemigo, mientras rezaba por las almas de los cristianos que habían perdido la vida en la contienda. Marsile abandonó el combate, pero el Califa resistió en compañía de 50.000 hombres. Olivier fue herido mortalmente, al igual que el resto de los franceses. Sólo habían sobrevivido Turpin y Gautier de l´Hum que, poco después, cedieron a los envites enemigos. Roland hizo sonar una vez más su olifante para conocer si Carlomagno vendría finalmente en su ayuda. El emperador le respondió entonces con la ayuda de 60.000 clarines que resonaron entre las montañas. Roland vivía sus peores momentos, su caballo había muerto y su armadura estaba rasgada, pero ello no le impedía recorrer el campo de batalla y recuperar los cuerpos de sus compañeros para que el arzobispo les diera la última bendición.
Espada de Roland El héroe que sentía próxima su muerte se dirigió hacia España. En lo alto de un cerro, bajo dos hermosos árboles había cuatro bloques tallados en mármol. En ese mismo punto, el caballero franco se desplomó. Un sarraceno intentó robarle la espada, pero Roland se resistió e intentó destruirla golpeándola contra una roca. Poco después, se cobijó bajo un pino y, con su cuerno y la espada Durandal como testigos, confesó ante Dios sus pecados. Entonces, San Miguel y San Gabriel descendieron para llevar su alma al Paraíso.
Monumento a Roldan en el Puerto de Ibañeta Cuando Carlomagno llegó a la zona buscó desesperado los cuerpos de sus hombres,mientras los paganos huían en retirada. Los cadáveres de los combatientes francos se almacenaron en una fosa, a excepción de Roland, Olivier y Turpin que recibieron honores especiales. Sus restos fueron embalsados y transportados en carretas hacia Francia. En el trayecto, dos emisarios sarracenos interrumpieron el cortejo fúnebre desafiando a Carlos en nombre del emir Baligán, que había llegado a España con más refuerzos paganos. En la altiplanicie de Roncesvalles tuvo lugar la última gran contienda, que puso en manos del emperador la plaza de Zaragoza. El traidor Ganelón murió descuartizado.
1 comentario:
Graciaaas.
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