miércoles, 16 de abril de 2008

Tiresias



Tiresias es un adivino ciego, que fue hombre y mujer (pasando un día por un bosque donde dos serpientes hacían el amor, trató de separarlas con su báculo, y una de ellas le mordió, causando un cambio de sexo, de hombre a mujer) Una escena parecida ocurrió siete años más tarde, con idéntico resultado, sólo que esta vez fue cambiado de mujer a hombre). Mucha gente cree que ambas cualidades se debían a una discusión que él había tenido con Zeus y su esposa Hera, pero otra versión indica que fue por un malentendido con Atenea. A continuación ambos relatos:


  • Tiresias no quería mirar, pero sus ojos insistían en posarse sobre el cuerpo virgen de Atenea (Minerva). Y deteníanse en la contemplación del baño de la diosa. Ella sospechó que, detrás de los árboles, su desnudez tenía testigos. Se encolerizó y dejó sin luz los ojos curiosos que la observaban. La ninfa Cariclo, madre de Tiresias, no se conformó con la desgracia de su hijo. Fue en busca de Atenea y se quejó amargamente a la diosa. El joven sólo había mirado lo que estaba ante sus ojos. Y, por la gran fidelidad que la propia Cariclo dedicaba a la diosa, merecía el perdón. Las palabras de la ninfa llegaron al corazón divino, y Atenea se apiadó de Tiresias. Sin embargo, la luz de aquellos ojos jóvenes había desaparecido para siempre. La diosa ya no podía volverse atrás. Queriendo hacer al muchacho menos infeliz concedióle el don de la adivinación. Tiresias tendría ojos interiores con los que podría ver más allá de los limites del hombre. Y, además, Atenea le obsequió con un bastón mágico que haría más seguros sus pasos por los caminos del mundo.


  • En cierta ocasión, Zeus y su esposa Hera, discutían sobre quién disfrutaba más durante el acto sexual. Hera decía que el hombre, y Zeus que la mujer. Como no se ponían de acuerdo, resolvieron acudir a alguien que había tenido los dos sexos, y se dirigieron a Tiresias. Cuando Zeus y Hera le dirigieron la pregunta, él respondió que en escala de uno a diez, la mujer disfrutaba como nueve y el hombre sólo como uno. Su respuesta, naturalmente, causó el enojo de Hera y la satisfacción de Zeus. Por lo que esta diosa le quitó la vision. Zeus apenado, ya que se sentía un tanto culpable, decidió otorgarle un don que fuera más allá que la simple mirada, el don de la adivinación.

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